viernes, noviembre 09, 2007

Veneno y sombra y adios, de Javier Marías

No puedo dejar de escribir algunas palabras —necesariamente breves— sobre Veneno y sombra y adiós, la tercera y última parte de Tu rostro mañana, la novela de Javier Marías que se postula como uno de los proyectos más ambiciosos y sobresalientes de la literatura contemporánea.

La lectura tuvo un comienzo quizá no tan emocionante, con evocaciones de Fiebre y lanza y de Baile y sueño, las dos primeras partes de la novela que acababa de releer en preparación a esta tercera. Sin embargo, la narración rápidamente fue ganando en intensidad, con la posición pragmática de Bertram Tupra, el destino bizarro del diplomático De la Garza, y las reflexiones que estas situaciones provocan en el protagonista-narrador Jacques o Jacobo o Jaime Deza. Sobre la mitad del libro y hasta su final, la lectura se volvió aún más trepidante, con una serie de episodios y revelaciones tan profundas como sorpresivas, y con el renovado telón de fondo -al igual que en Fiebre y lanza- de una íntima conversación con Sir Peter Wheeler, en su casa de Oxford, a orillas del rio Cheever.

Veneno y sombra y adiós puede ser vista como una especie de compendio o colofón de la obra de Marías, con referencias no sólo a las dos primeras partes de esta colosal novela, sino a otras igualmente esenciales como Todas las almas (del cual el propio Deza es protagonista), Corazón tan blanco (reaparecen Juan Ranz, pero sobre todo el inefable Custardoy), Mañana en la batalla piensa en mí (se repiten citas y evocaciones shakespereanas) y Negra espalda del tiempo (el académico Rico que visita a De la Garza). Un colofón que brinda claves sobre los enigmas psicológicos y filosóficos que están sembrados a lo largo de todas estas narraciones.

Como seguramente pasaba con Shakespeare, uno no deja de preguntarse si Marías será capaz de superarse a sí mismo. Con Tu rostro mañana el listón se ha puesto muy alto. Pienso que en las letras hispanoamericanas contemporáneas, ningún narrador merece el Nobel tanto como Javier Marías. Este último libro no hace más que confirmalo.