miércoles, octubre 18, 2006

OldBoy

En pleno centro de Seul un hombre llamado Oh Dae-su es hipnotizado y secuestrado. A partir de entonces pasa quince años de su vida encerrado en una habitación, sin más contacto con el mundo exterior que un aparato de televisión. Frecuentemente es dormido con el mismo gas que utilizaba el ejercito ruso para contrarrestar a los guerrilleros chechenios. A pesar de sus preguntas y especulaciones nunca llega a conocer el verdadero motivo de su tormento. Agota días enteros especulando sobre las personas que podrían tener motivos para hacerle daño y escribiendo sus nombres en unos cuadernos. Se sorprende al descubrir la longitud de la lista. “Creía haber tenido una vida común”, comenta. Sus captores lo alimentan, le permiten entrenarse físicamente para preparar una venganza tan ansiada como necesaria. Súbitamente es liberado, no sin pasar por una hipnosis previa. Una vez en la calle se entera de que su esposa había sido brutalmente asesinada y que el principal sospechoso del crimen era él. “Lo importante no es saber quién, sino por qué”, le dice una misteriosa voz a través de un teléfono celular. Se trata del autor de su tormento. Enterarse del porqué de su largo secuestro será su verdadera perdición, su maldición y su castigo. Ése es el momento culminante de la película. Para ese entonces ya habrá redescubierto el amor junto a Mi-do, una joven itamae o chef de comida japonesa. “Las mujeres no pueden hacer buen sushi, tienen las manos frías”, le había comentado ésta antes de tocar su mano y provocarle un desmayo.

Oh Dae-su descubre que la intención última de su verdugo no había sido la de mantenerlo retenido por quince años. A través de la hipnosis él y su amante habían sido inducidos a iniciar una relación aberrante. Una relación cuya verdadera dimensión y significado harán banal todo su sufrimiento previo.

Se ha dicho que respecto del dolor existen dos modelos: uno que proviene
de la tradición griega y que puede ser sintetizada en la frase de Herodoto: ta pathemata mathemata, “los padecimientos, los sufrimientos, son enseñanza”. Este primer modelo, que aparece en varias tragedias —especialmente en la Electra de Sófocles—, es fundamental para el psicoanálisis, que enseña a rebuscar penosamente en la interioridad con el fin de evadirse del pozo de la enfermedad. El otro modelo proviene del Eclesiastés, uno de los primeros libros de la Biblia, escrito en el siglo II a.C., y cuyo postulado esencial puede resumirse en la siguiente frase: qui auget scientiam, auget et dolorem, es decir, quien aumenta el conocimiento aumenta también el dolor. En conclusión, es preferible ignorar la realidad para no sufrir.

De un modo implícito, Oh Dae-su se adhiere al segundo modelo. Luego de escribir toda su historia se somete a una hipnosis buscando la evasión definitiva de la realidad. Su ignorancia le permitirá vivir en paz, incluso amar y ser amado por Mi-do.

Más allá de la acción extrema, de la abundancia de sangre y violencia, OldBoy (Park Chan-wook, 2003) es un filme complejo y con varias lecturas posibles. Un verdadero descubrimiento cinematográfico.