Este fin de semana me fui a la playa. El sábado vi Volver en mi laptop. Para el día de hoy lunes, la he visto ya al menos tres veces más. Pienso que éste puede ser el mejor filme de Almodóvar, lo cual es bastante decir, el manchego ha dirigido varias películas estupendas. Sin embargo, hay un elemento especial que hace que Volver sea una obra incomparable: Penélope Cruz ha pasado ya varios años en Hollywood y eso se nota. No sólo luce de maravilla en su papel de Raimunda, ese personaje tan castellano como sensual y femenino, sino que además lo interpreta con una naturalidad y un oficio que no son usuales en las pelis españolas. Sé que muchos estarán en desacuerdo conmigo, pero a mí me da la impresión de que muchos actores del cine español suelen evocar al oficio del teatro en demasía: esos movimientos acartonados, esas voces impostadas...
Penélope sencillamente se devora la película. ¿Su momento cumbre?: Sin duda la interpretación de Volver de Carlos Gardel a ritmo de flamenco, una escena de las que suelen pasar a la historia del cine (por cierto, la voz es de la cantaora Estrella Morente).
Quizá haya algo —yo diría más bien que mucho— de subjetividad en esta apreciación mía. Quedé deslumbrado con ella desde aquel viejo video de La fuerza del destino, el temita pegajoso de Mecano. En Jamón Jamón, de Bigas Luna, terminó de hechizarme.
Pero ahora hay algo diferente: la chica creció, recorrió el mundo, con el paso de los años su belleza tomó cuerpo como un gran reserva tinto de la Ribera del Duero.
Ah Penélope, estás tan irresistiblemente madura, guapa y femenina que resulta lógico que los principales personajes masculinos de Volver estén muertos o sean unos hijos de puta absolutamente prescindibles.