lunes, octubre 09, 2006

Las mejores novelas “británicas”

Puente Aéreo, el excelente y siempre bien informado blog de Gustavo Faverón, informa que el periódico londinense The Guardian ha realizado una encuesta con el fin de determinar cuáles son las mejores novelas británicas del periodo 1980-2005. La primera de la lista ha sido Disgrace, de J.M. Coetzee, cuya versión española fue lanzada por Mondadori con el título de Desgracia. Si mal no recuerdo, hace un tiempo Mario Vargas Llosa subrayó lo poco afortunado de tal elección editorial, pues una traducción más fidedigna sería “Caer en desgracia”, que es precisamente lo que le sucede a su protagonista, un catedrático de Ciudad del Cabo que, debido a serios problemas de orden ético, es purgado de la universidad donde había trabajado por años, y emprende un viaje al interior de Sudáfrica en busca de su única hija, quien había optado por el destierro voluntario. Disgrace o Desgracia es una novela llena de significados y sutilezas, cuya relativamente corta extensión no fue un obstáculo para profundizar en los laberintos de la violencia y la tragedia personal.

Hay algo que, pienso, vale la pena destacar de la selección. Si bien es cierto estamos ante un concepto bastante amplio de lo “británico” (la selección incluye a Irlanda y los países del Commonwealth), no lo es menos que varios autores provenientes de culturas extranjeras o periféricas (no sólo de ex colonias, sino de otros países que nunca estuvieron bajo el dominio británico) resultan hoy en día esenciales para la literatura anglosajona. Nombro a algunos: Kazuo Ishiguro, Salman Rushdie, Buchi Emecheta, Hanif Kureishi, VS Naipaul, Vikram Seth, Derek Walcott, y el mismo J.M. Coetzee.

Me pregunto entonces —casi por una especie de condicionamiento reflejo— si la “contaminación” que, en el sentido metafórico, implica todo mestizaje no es uno de los motivos principales que explican el vigor y la vitalidad de la actual literatura anglosajona.