
Rompo con mis manos las palabras, musitas,
en ellas encuentro el candor de tiempos juveniles,
la belleza de la ignorancia
que nos condena a ser
parte de la solución o del problema,
como el lunar en el rostro
de la Infanta.
Inmerso en mi travesía, sin embargo,
recorro con simulado silencio
tus últimas palabras.
Ellas dan forma
al destino,
robando a lo lejos un fulgor de lunática noche:
Aventura del amor o presagio.
Iluminando mi frente te derrites
en solitarios aullidos.