viernes, mayo 11, 2007

Museo del Prado, 1995


Rompo con mis manos las palabras, musitas,
en ellas encuentro el candor de tiempos juveniles,
la belleza de la ignorancia
que nos condena a ser
parte de la solución o del problema,
como el lunar en el rostro
de la Infanta.

Inmerso en mi travesía, sin embargo,
recorro con simulado silencio
tus últimas palabras.
Ellas dan forma
al destino,
robando a lo lejos un fulgor de lunática noche:

Aventura del amor o presagio.

Iluminando mi frente te derrites
en solitarios aullidos.