viernes, mayo 11, 2007

Litoral

Las olas son una muralla fuerte e inusitada.
Las gaviotas las encaran como una agrupación
de albañiles acróbatas.
Mis pasos en la arena me adhieren al espacio,
y al estruendo con que se anuncian
los deseos adormecidos, pero aún latentes.
Existe aquí un pescador de azufres y de corales,
o de las palabras que se remontan
al instante en que las pronunciaste por vez primera.
Silencio del viajero, sosiego del peregrino.
Acumuladas mis vivencias se desbordan en segundos,
y esperanzadas
se difuminan sobre un lienzo
con los colores de Gauguin.