domingo, febrero 18, 2007

Old friend from law school


Provenía de uno de esos barrios infinitos de L.A.,
conducía un VW Bug y vestía al estilo Annie Hall.
Su presencia no pasaba desapercibida,
sus intervenciones se estrellaban contra la temática aparente
de las clases.
Más de un profesor la observaba
con la mirada de un viejo lobo haciendo la digestión.
En los bares y pizzerías de Collegetown
su presencia era más bien esporádica,
y cuando se dejaba ver siempre llevaba consigo un libro de Rawls.
Amaba la libertad, amaba la democracia,
detestaba las posturas que vaciaban de contenido a tales conceptos.
Jamás la escuché citar a Catharine MacKinnon o a Andrea Dworkin.
En cambio Kant sí era una de sus referencias permanentes.
En mi biblioteca está el libro de The Finger Lakes of New York
que me dedicó antes de despedirnos:
In font memory of wonderful times
spent in Ithaca
”, dejó escrito en él con su letra casi cirílica.
Ignoro cómo pudo haber perdido la virginidad con mi amigo mexicano,
aunque de cualquier manera me alegré por lo dos.
Tiempo después él me contaría
que una noche la había llamado desde un bar del DF,
borracho y llorando,
para confesarle que se había enamorado de otra.