Hace 12 años mi madre moría en una ciudad improbable, mientras yo tomaba su mano y hablaba en sus oídos palabras que seguramente ya no podía entender.
21 años atrás, ella había sufrido la desaparición de una de sus mejores amigas por obra del general asesino que bombardeó el palacio de La Moneda e instauró una dictadura que aún hoy algunos se atreven a defender, y hasta a poner de ejemplo.
7 años más tarde, mientras bebía un café en una panadería de Las Mercedes, mis ojos verían la transmisión en vivo de un Boeing estrellándose contra el perfil espigado de la segunda torre.
Soy consciente de que las cosas negativas pueden presentarse cualquier día. Pero eso hoy me da lo mismo.
21 años atrás, ella había sufrido la desaparición de una de sus mejores amigas por obra del general asesino que bombardeó el palacio de La Moneda e instauró una dictadura que aún hoy algunos se atreven a defender, y hasta a poner de ejemplo.
7 años más tarde, mientras bebía un café en una panadería de Las Mercedes, mis ojos verían la transmisión en vivo de un Boeing estrellándose contra el perfil espigado de la segunda torre.
Soy consciente de que las cosas negativas pueden presentarse cualquier día. Pero eso hoy me da lo mismo.
Tengo ganas de quedarme en casa, de permanecer acostado en la cama y arropado de pies a cabeza.