domingo, agosto 20, 2006

La merienda


La madre de su novia tenía cara de no matar una mosca, pero a pesar de eso —o precisamente por eso— él decidió ser cauteloso. Se esforzó para que su pulso no temblase al tomar la cucharilla del azúcar, y pudo ver con satisfacción que ningún granito cayó fuera de la taza. Usualmente tomaba el té con dos cucharillas, pero prefirió no arriesgarse de nuevo. Al reparar en el cuchillo en forma de espátula, recordó las frecuentes visitas a la casa de su abuela, cuando todavía era un niño. La mantequilla estaba aún intacta y pensó que, por nada del mundo, debía ser el primero en deformar aquel poliedro perfectamente amarillo.

El comedor estaba instalado en una pieza no muy grande. La iluminación era más que aceptable. Observaba el rostro sonriente de su novia, sus zarcillos de perlitas, su cabello liso y brillante. El té estaba hirviendo y él, que sentía una profunda repulsión por los líquidos calientes, se quemó la lengua. Felizmente el hermano de la muchacha hundió el cuchillo en la mantequilla, lo cual le produjo cierto alivio.

En una época no muy lejana había sido un ser ajeno a ese tipo de escrúpulos. Nació y creció en una ciudad atravesada por autopistas y sembrada de edificios colosales. Nadie allí se había percatado de su existencia. Pero, por alguna razón que no viene a cuenta, tuvo que mudarse al pueblo donde ahora vivía, y entonces comenzó a percibir que cierta tendencia a la ofuscación parecía serle congénita: sentía pánico al cruzar las calles libres de tráfico, la tranquilidad de los días le atormentaba, la lentitud generalizada de los ciudadanos le provocaba mareos. Experimentó la sensación de vértigo por primera vez en su vida, cuando descubrió una fotografía suya en la página social del diario local.

Entre la tensión enorme y las ganas de probar la mantequilla, optó por intervenir en una conversación inexistente. Cuando el reloj del comedor campaneó anunciando que eran las seis de la tarde, la madre se levantó de la mesa. No supo por qué, pero intuyó que había desaprobado el examen.